ARIEL - 9788434455375
A alguien que le criticó a Aristóteles haber dado limosna a un malhechor, este respondió: “Yo sólo ayudé al hombre, no a sus costumbres”. Cuando un grupo de rencorosos aristócratas le dio una paliza al mordaz Voltaire, uno de ellos exclamó: “No le peguéis en la cabeza, de ahí puede salir algo bueno”. “Buscamos la felicidad –escribió Voltaire–, pero sin saber dónde, como los borrachos buscan su casa, sabiendo confusamente que tienen una.” Después de que los filósofos Hegel y Schelling se enzarzasen en una trifulca pública, el periodista satírico Moritz Saphir sentenció: “Los filósofos piensan oscuramente, pero maldicen con mucha claridad”. Haciendo gala de una gran modestia, las últimas palabras de Auguste Comte en su lecho de muerte fueron:
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Escrito por Pedro González Calero
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