Durante dos siglos, Juan de Mena fue celebrado como «patriarca de la poesia castellana» y autor de versos de extraña belleza e intrigante densidad intelectual, que encandilaron a Herrera y Camoens, Cervantes y Góngora, y sirvieron de arma arrojadiza en las polémicas literarias del Siglo de Oro. Al ofrecer por primera vez una edición crítica del Laberinto de Fortuna, Carla De Nigris la complementa -según la norma de «Biblioteca Clásica»- con una amplia antología de las demás obras de Mena, dispuesta en orden cronológico, de modo que evidencie la variedad de registros y la significativa evolución de su poesía. En la anotación, tan minuciosa y fundamental como exige la complejidad cultural del autor, a caballo de Edad Media y Renacimiento, desemboca y culmina a su vez una tradición crítica excepcionalmente rica, desde el comentario del Brocense hasta el magno libro de María Rosa Lida.
Ficha técnica
Editorial: Critica
ISBN: 9788474236781
Idioma: Castellano
Número de páginas: 432
Encuadernación: Encuadernación en tela
Fecha de lanzamiento: 01/01/1994
Año de edición: 1994
Plaza de edición: Barcelona
Alto: 20.0 cm
Ancho: 12.0 cm
Especificaciones del producto
Escrito por Juan de Mena
Juan de Mena (Córdoba, 1411-Torrelaguna, 1456) fue testigo de excepción de las vicisitudes políticas y culturales en la corte castellana de Juan II y protagonizó un proceso que pocos autores han podido arrogarse: la creación de una nueva lengua poética, constituida en modelo indiscutible durante más de medio siglo, en el tránsito de la Edad Media al Renacimiento. Huérfano de padre a poco de nacer, se crio con ayuda de parientes. Esta circunstancia y el no ser primogénito explican su aplicación al estudio, seguramente orientado desde un principio hacia la carrera eclesiástica o el funcionariado secular. Ya con veintitrés años, hacia 1434, marchó a estudiar a Salamanca, pero se desconoce su grado académico, si es que lo completó; de su obra se desprende una buena formación en artes. Consta su estancia en Florencia en 1442-1443, al servicio del cardenal español Juan de Torquemada, y quizás estuvo antes o después de esas fechas en Roma. Regresado a Castilla, se convirtió en autor reputado y desarrolló una carrera profesional como funcionario en su Córdoba natal. Llegaría a ser cronista regio (documentado desde 1448) y secretario de cartas latinas de Juan II. Ya en tiempos de Enrique IV falleció a su paso por la villa madrileña de Torrelaguna, donde recibió sepultura.