Del laberinto en el que estuvo sumida la Castilla del siglo XV surgió otro, ahora en verso, que Juan de Mena presentó en 1444 al entonces monarca Juan II como un plan de acción política para la reforma del reino. Ese "Laberinto de Fortuna" constituye una pieza mayor en el canon de la literatura española, que se mueve entre las últimas inercias medievales y un primer Renacimiento propiamente hispánico. Mena lo concibió con una conciencia humanística y una decisiva dimensión experimental. En su afán por imitar la epopeya clásica, diseñó una lengua poética que se alejaba del uso común para dotar al castellano de una dignidad pareja a la del latín. Su éxito fue enorme y se mantuvo en el tiempo, como muestran los numerosos manuscritos en los que la obra nos ha llegado, los comentarios de Hernán Núñez o el Brocense o su presencia, aún viva, en la polémica gongorina. Esta edición crítica y modernizada pretende ofrecer una lectura clara y accesible de ese "Laberinto", que se presenta como un desafío sugestivo y extraordinario para los lectores del siglo XXI.
Ficha técnica
Editorial: Ediciones Cátedra
ISBN: 9788437647593
Idioma: Castellano
Número de páginas: 336
Encuadernación: Tapa blanda bolsillo
Fecha de lanzamiento: 11/04/2024
Año de edición: 2024
Plaza de edición: Es
Colección:
Letras Hispánicas
Letras Hispánicas
Alto: 18.0 cm
Ancho: 11.0 cm
Grueso: 1.7 cm
Peso: 242.0 gr
Especificaciones del producto
Escrito por Juan de Mena
Juan de Mena (Córdoba, 1411-Torrelaguna, 1456) fue testigo de excepción de las vicisitudes políticas y culturales en la corte castellana de Juan II y protagonizó un proceso que pocos autores han podido arrogarse: la creación de una nueva lengua poética, constituida en modelo indiscutible durante más de medio siglo, en el tránsito de la Edad Media al Renacimiento. Huérfano de padre a poco de nacer, se crio con ayuda de parientes. Esta circunstancia y el no ser primogénito explican su aplicación al estudio, seguramente orientado desde un principio hacia la carrera eclesiástica o el funcionariado secular. Ya con veintitrés años, hacia 1434, marchó a estudiar a Salamanca, pero se desconoce su grado académico, si es que lo completó; de su obra se desprende una buena formación en artes. Consta su estancia en Florencia en 1442-1443, al servicio del cardenal español Juan de Torquemada, y quizás estuvo antes o después de esas fechas en Roma. Regresado a Castilla, se convirtió en autor reputado y desarrolló una carrera profesional como funcionario en su Córdoba natal. Llegaría a ser cronista regio (documentado desde 1448) y secretario de cartas latinas de Juan II. Ya en tiempos de Enrique IV falleció a su paso por la villa madrileña de Torrelaguna, donde recibió sepultura.