En una treintena de años, desde la década de los cincuenta a los setenta del siglo XX, el Sureste peninsular inicia una dinámica de cambios muy intensa, relacionada con las políticas de desarrollo impulsadas en aquellos años y con la consideración como unidad regional de las provincias de Albacete, Alicante, Almería y Murcia, un conjunto de territorios afectados de similares limitaciones de origen natural y necesitados de amplios proyectos de desarrollo económico capaces de activar las potencialidades que manifiestan. Estos cambios afectarán básicamente al sector agrario y se inician al resucitar antiguos proyectos de aportación de aguas de cuencas foráneas con el fin de subsanar el crónico déficit hídrico de la cuenca del río Segura, que ocupa buena parte de los territorios citados y cuya capacidad para abastecer los regadíos existentes en su cuenca era limitada e imposible el abastecimiento de nuevos espacios en riego. La posibilidad , que se va concretando a lo largo de los años citados, de contar con mejores dotaciones hidraúlicas, potencia el desarrollo de una agricultura de orientación comercial, tecnologicamente avanzada e innovadora que acabará produciendo notables modificaciones en los paisajes rurales regionales y en su esgtrucgtura económica cuya presencia es hoy bien visible.