Me prometo reincidir en la poesía de Espina por una razón: tSURnamis me
pareció un libro notable y su prosa ensayística en español de la más brillante
que hoy se practica al norte del Río de la Plata o al sur del río Bravo, o al
este o al oeste. Así de buena es la escritura de Espina, de una creatividad,
una fuerza y una gracia que lo despega de sus contemporáneos. […] Eso es
lo anómalo de Espina: invita a ser leído con la concentración que se le
dedica a los clásicos, con la atención puesta en cada momento de su
inspiración siempre en tren de lucimiento, como si asistiéramos a una
performance”.
Quintin (La Agenda Revista, Buenos Aires)
“El último libro de Eduardo Espina, La imaginación invisible, que recoge su
obra poética desde Valores personales (1983) hasta el presente, nos
confirma que la poesía, además de necesaria, es todavía posible. Espina,
que es uno de los pocos poetas de lengua castellana que hoy se abandonan
decididamente al riesgo, es seguramente quien mejor lo supera. A lo largo
de su lírica, pasando del humor a lo chocarro, del sexo al sentimiento, de la
observación semifenoménica al absur-do (absurdum, a fin de cuentas, es un
problema de oído metafísico), las palabras siempre han cumplido con la
obligación de primero pegarse en su homofonía, cancelando la significación,
para de inmediato despegarse (“el Tigris, lo gris, la hora regia”), liberarse a
un sentido nuevo sólo adquirible en el verso y el poema”.
Amir Hamed (Otra parte, Buenos Aires)
Quizás el poeta vivo más imaginativo del lenguaje en lengua castellana.
José Kozer (Letras Libres, México DF)
Los ensayos de Espina son Montaigne en Las Vegas.