Una pandilla de gatos noctámbulos recorre las calles del centro de Almería más próximas al mar tras comer sardinas y leer las poesías de anónimos, olvidados o maltratados poetas almerienses que las dejaron escritas sobre las olas del mar, junto al espigón de la Térmica, al reflejo de la luz de la luna, con la esperanza de que alguien fuera capaz de sentirlas. Sebas les enseñó a...