Ensayista transparente, profesor exacto y luminoso, conversador de generosidad einteligencia memorables, Manuel Ulacia recorrió todas las encarnaciones de la literaturacon un vigor atlético. Esta primera reunión de su poesía asienta una verdad sobre ellegado de sus horas: en el momento de dibujar al mundo siguiendo la forma de unpoema era capaz de alcanzar las mayores alturas emotivas. “Atento al ritmo de la granciudad –dice James Valender en el prólogo a esta edición–, fue sensible también a lavida mucho más lenta y callada de los árboles, las plantas y los animales. Fue un poetaque se interesó muy vivamente por la música: como Darío y Paz, hizo suya ciertaconcepción pitagórica del mundo que ve todo en términos de ritmo. Si escribió poesía,fue finalmente con el propósito de captar y recrear los ritmos que nos unen los unos conlos otros, y a todos con el mundo que nos circunda. Gracias al diálogo que las palabras(y los silencios) entablan entre sí, sobreviven tanto la voz del poeta como el mundo queéste habitaba”.
Ficha técnica
Editorial: Fondo de Cultura Economica de España, S.L.