Retablo pánico, la obra más arriesgada de Ramón Paso, es un zarpazo al corazón de la institución familiar, un ejercicio de vivisección que, al estilo de Fernando Arrabal, desgarra las máscaras del amor y al convivencia. Con una pluma afilada, Paso convierte los lazos familiares en un tumor mefistofélico, un reflejo grotesco de lo que creemos saber sobre nuestros vínculos más íntimos. Esta pieza no deja indiferente: durante su año en cartel, algunos espectadores abandonaron la sala, incapaces de soportar su intensidad; otros lloraron desbordados por la crudeza; y muchos se sintieron arrollados por una apisonadora emocional que no daba tregua. Ramón Paso hereda la provocación de los grandes iconoclastas, llevando el absurdo y el pánico a un nuevo nivel. Su obra dialoga con la tradición mientras la dinamita. Retablo pánico no es solo teatro: es un espejo que quema, un desafío a nuestras certezas más arraigadas. Porque, como dice el propio Paso, la familia es el monstruo que nos devota mientras le sonreímos.