En Tras un cielo inexorable el lector se adentra en el remolino de una introspección íntima donde el personaje poético y su mundo se desparraman junto a una empatía que surge espontánea, sin palabras «acomodadas» que sostengan al amor y el arte que se proyectan,
casi indistinguibles, hacia un horizonte tizado por el desengaño del trabajo obligado del obrero. Amor y arte… Sin lugar a dudas.