Este libro se presenta al lector como un compañero de viaje que le muestra una forma de mirar, leer y conocer la isla. La isla física está ahí, con su estructura de lava y su anillo de mar, con sus barrancos y quebradas, con sus pueblos y caseríos, como un libro abierto para ser leído.
Leer la isla es mirarla, conocerla e interpretarla, y para ello podemos valernos de distintos compañeros de camino. Un geólogo hablará de la composición de las lavas y del sistema volcánico y nos dirá que estas rocas tienen catorce millones de años. Un geógrafo nos mostrará el relieve, y hablará de la población, de la economía, del clima, y quizás nos hable del paisaje rural y urbano. El historiador nos contará los hechos que han sucedido en este escenario, los procesos culturales y la configuración de la sociedad. Y un pintor nos acercará a la isla con su caballete y sus pinceles, tratando de extraerle los colores y las formas a un rincón sugerente. El poeta y el narrador ponen en negro sobre blanco símbolos y metáforas, o el perfil de un personaje o de una palmera que sube al cielo movida por el viento.
La isla es, además, un lugar de entrada y salida de viajeros, pues el viaje forma parte de su esencia y su existencia, todo ello hace que la mirada se multiplique. Por esta tierra han pasado personajes de toda condición, y aunque su estancia haya sido efímera, algunos han dejado una huella y se han llevado la impresión de su paisaje.
La ruta literaria que sugerimos en estas páginas tiene su origen en la visita que realizó don Miguel de Unamuno a Gran Canaria en 1910 para ser el mantenedor de los I Juegos Florales de Las Palmas. Durante su estancia, que se prolongó casi un mes, conoció la ciudad y entró en contacto con algunos personajes de la cultura isleña a través de encuentros y tertulias. Además, llevado por su interés en explorar los rincones de su geografía, realizó una excursión al interior de Gran Canaria en la que conoció los paisajes de las medianías y las cumbres. Las impresiones de esta excursión quedaron recogidas en su artículo “La Gran Canaria,” incluido en el libro Por tierras de Portugal y España (1911). En este primer viaje, y antes de llegar a Las Palmas, hizo escala en Tenerife, donde permaneció una jornada. De esa visita nos dejó el texto “La Laguna de Tenerife”, recogido en el mismo libro.