En esta obra, Amparo Moreno Sardà nos propone descubrir esa otra «Política» de Aristóteles, esa opacidad androcéntrica del saber producido por y para el poder, que la autora desvela gracias a sus ejercicios de lectura no-androcéntrica. Este método le permite advertir las claves fundamentales que gobiernan estas explicaciones, y que restringen y vician nuestra capacidad comprensiva. Precisamente, esa voluntad de dominio expansivo, que caracteriza el pasado y el presente de la Cultura Occidental, han conducido a la actual Cultura de Masas en la que ya no sólo los hombres, sino también las mujeres podemos llegar a identificarnos hoy con ese modelo humano que define como un "arquetipo viril".
Este libro expone una crítica al arquetipo viril como concepto humano, pieza clave del pensamiento académico androcéntrico, y ofrece alternativas que se derivan de esta crítica, que actualmente coinciden con las posibilidades que ofrece internet para elaborar un humanismo plural. Amparo Moreno expone el recorrido intelectual que inició hace tres décadas a partir de plantearse la pregunta que finalmente se concretó en el título del libro: ¿de qué hablamos y no hablamos cuando hablamos del hombre? Su respuesta es que el concepto hombre y los masculinos que presuntamente universalizan lo humano, no corresponden al conjunto de la población, ni siquiera al conjunto de hombres, sino sólo a una parte. En definitiva, este libro permite concluir que la crítica al orden androcéntrico del discurso académico, y no sólo al "género", resulta imprescindible para la renovación que ha de abordar hoy el pensamiento de las Humanidades, la Ciencias Sociales y los medios de comunicación: permite remplazar el paradigma vertical, unidireccional y fragmentado en disciplinas y secciones, por un nuevo paradigma horizontal, plural, interactivo y cooperativo, que facilitan hoy Internet; facilita cumplir los objetivos que reclama la construcción del Espacio Europeo de la Educación Superior; y permite formular un humanismo plural mediante la cooperación entre mujeres y hombres de diferentes edades y condiciones sociales que formamos la actual "aldea global". Ésta ha de ser la base de nuevas formas de información de actualidad que faciliten la participación democrática.