Lo salvaje de esta poesía que parece arrancada a la fuerza asoma sin miramientos al otro lado de la curva para que solo pueda verse al chocar con ella y guarda los rescoldos de lo sentido. Los instantes que han sido o sentido se revelan como el tiempo detenido lo suele hacer, valorando el espacio entre el movimiento, porque no hay silencio sino en el absurdo incoherente de la razón que piensa que cualquier verso es inválido para su objetivo. Antonia Cortés, en fin, escribe entre lo que pasó y lo que pasará: lo que podrá haber sido.
DESDE MI VENTANA. Es un día como muchos otros. Calles llenas y a su vez vacías. Es un día cualquiera, pero, quizá, si quisiéramos, podría ser diferente. Así respira Antonia Cortés en cada palabra que escribe; este es su halito de vida, un aliento que nos hace palpitar al ritmo del ser humano libre, de la naturaleza toda, del cosmos.