Ádám Bodor (Cluj-Napoca-Rumanía-, 1936) pertenece a la población húngara de Transilvania. Fue detenido por la policía política en 1950 y llevado a prisión. Además de este libro (2007), hemos presentado El distrito de Sinistra (1992; Acantilado, 2003, elegido por La Vanguardia mejor libro de narrativa extranjera de 2003 y galardonado con el premio de traducción Ángel Crespo) y La visita del arzobispo (Acantilado, 2005). Bodor es también el autor de ¿Cómo es un puerto de montaña? (1980), Las montañas de Zangezur (1981), El Éufrates en Babilonia (1985) y El olor de la prisión (1999).
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Bogdanski Dolina herri imajinarioan kontzentrazio eremu bat dago, baina agintariak ez dira naziak edo komunistak, baizik eta eliz hierarkia, eta apaizgaiak polizia sekretua. Gábriel Ventuza atzerritara herrira heldu da aitaren gorpuzkiak eramateko asmoz; iritsi bezain laster, ordea, arropa eta diru guztia lapurtu diote.Kontakizunaren estiloa eutsia, lehorra eta zorrotza da, bertako izugarrikerietatik urrundu nahi balu bezala, baina sexua zein natura aipatzen dituenean emankorrago aritzen da Bodor. Suma daiteke diktadura sasoietako egoera larrietan ageri ohi diren plazer uneak azpimarratzeko ahalegina egiten duela, deskripzio sentsualetan barrena.Maisutasuna erakusten du egileak pertsonaiak pizten, giroak iluntzen, harremanak narrasten, baina gorengo maila lortzen du kontakizuna egituratzen, eta horrek txunditzen du gehien: nola zatikatzen duen haria, zatikatuta ez dagoela uste izateraino.
La interrupción de las obras de la línea ferro- viaria años atrás dejó a los habitantes de Ja- blonska Poliana, un pueblo situado al pie de los Cárpatos ucranianos, aislados del resto del mundo: hasta los pajaros levantaron el vuelo un buen dia y no regresaron. Suspendidos en el tiempo, los vecinos de la region de Verhovina viven abocados a la autarquia, entregados a unos pocos consuelos como los langos de crema agria o el vino de moras, no anhelan nada, sus vidas estan vacias, sus aspiraciones no pasan de la mas estricta supervivencia, y placeres como la amistad les son desconocidos. El hastio, la resignacion y el delirio crecen en sus corazones, alimentando el resentimiento y el recelo entre ellos. Tan incisiva y turbadora como jocosa, esta novela es un lucido retrato del absurdo y la irracionalidad inherentes a cualquier regimen totalitario.
En la sección hay frascos cubiertos de barro con las etiquetas rasgadas, y salamis mohosos y resquebrajados. Nada (ni prenda ni producto) puede tener etiqueta propia, y todos llevan las botas cubiertas de barro. Sus internos deberán poner estacas, y mantener muy baja la temperatura de las casas para complacer a las comadrejas, auténticas propietarias del espacio. No hay nada que iluminar, así que no hay iluminación. Y allí ha llegado destinada, no se sabe por quién, Gizella Weisz. Al contrario que en Kafka, en el que solamente uno es el escogido, en este breve e intensísimo relato de Bodor es toda una sociedad quien sufre las consecuencias.
Cerca de Bogdanski Dolina, una localidad situada entre las montañas de los Cárpatos, está el centro de aislamiento de Izolda, donde se mantiene a los enfermos y a otros indeseables en barracones castigados por el sol y por el viento. Las autoridades de este pueblo, en el que el crepusculo vespertino dura horas y la basura posee luz propia, ya no son, como antaño, los temidos cazadores de montaña; ahora una jerarquia eclesiastica gobierna una sociedad en la que los habitantes no son mas que material humano para usar y tirar. Durante todo el tiempo, la poblacion aguarda la visita del arzobispo. Adam Bodor, que fue presentado al publico español con El distrito de Sinistra, es una de las voces mas representativas de la literatura hungara actual.
Probablemente lo más sorprendente de“El distrito de Sinistra”no sea la asombrosa capacidad para recrear una asfixiante atmósfera que amenaza con disolver la identidad de quien la sufre—y en la que se