El asentamiento del ideario ilustrado favoreció la remoción de la mujer en el siglo XVIII. A partir del discurso de Feijoo en la defensa del sexo femenino se inició un largo debate que serviría para definir su identidad, destacando la voz reformista de Josefa Amar y Borbon o el grito feminista de Ines Joyes y Blake. El Estado favorecio su integracion en la sociedad, con la ayuda de las Sociedades Economicas. Algunas damas de la nobleza fueron promotoras de tertulias literarias o de vistosas reuniones de salon. Las mujeres participaron activamente en el mundo de la cultura. En la literatura, sin olvidar la tradicion del claustro, predominan las escritoras laicas. Algunas alcanzaron un nombre propio en el Parnaso hispano. Practicaron el teatro neoclasico Rios, Barrenechea, Galvez, y el de estetica popular Egual, Conrado, Moron, Cabañas. En la lirica escribieron con voz nueva Hore, Hickey, Galvez, contrariando los gustos castizos de Camporredondo, Guerra o Egual. El ambito de la novela estuvo mas desamparado, salvo el nombre de Clara Jara de Soto y una pleyade de traductoras. Escribieron sus obras con sensibilidad de mujer, convirtiendose a veces en tenaces defensoras de su sexo.