Las descripciones más antiguas sobre las piedras de las que tenemos constancia provienen del mundo helénico, romano y egipcio. En algunos casos son simples descripciones sobre los metales, combustibles y gemas. En otros se trata de recetas con las que se intenta, sobre todo, falsificar los metales preciosos y las gemas más valoradas. Aristóteles ya intentó clasificarlos en dos grandes clases: la de los fósiles (oryktá) y de los metales (metalleuta) formados, según él, por dos exhalaciones. Detrás de todas estas descripciones se esconden teorías sobre el origen del mundo, de la materia y de los misterios. La civilización evoluciona junto con el conocimiento de la materia, de la naturaleza inerte que nos rodea. Fulgencio Martínez es un médico estudioso del mundo clásico y su trabajo recoge la información que nuestros antepasados nos dejaron escrita para la mejor comprensión de nuestro mundo.
Los estudios zoológicos no comienzan en la Antigüedad Clásica hasta las descripciones de Aristóteles, ya que las referencias a animales que encontramos desde la Íliada y la Odisea o son meras citas literarias sin que se pretenda con ellas describir las características y costumbres de los animales, o se estudian bajo el punto de vista de su utilidad cinegética, dietética, terapéutica, como en el Corpus Hippocraticum, o puramente mágica. El presente diccionario se ha redactado de forma que cada una de las voces describe un animal basándonos en los datos aportados por los autores clásicos, principalmente Aristóteles, Plinio, Elíano, Opiano, Plutarco, Ateneo, y por descontado, fuentes procedentes de Homero, Hesíodo, Aristófanes y Herodoto.