Desde hace tiempo, el eje central de las investigaciones en psicoanálisis ha dado por hecho el conocimiento de la clínica dirigida al desvelamiento del inconsciente reprimido para centrarse en la escucha de lo antes inaudible, lo no simbolizable, en un espacio clínico atravesado por las escisiones, el vacío y el acto. Los cambios sociales, que han aportado un sesgo particular a la subjetividad, y el interés de los psicoanalistas en estudiar las patologías más severas, han propiciado el nacimiento de una clínica psicoanalítica que ha extendido los límites de la analizabilidad no solo hacia los cuadros psicóticos sino también hacia los trastornos del narcisismo no psicóticos, cuadros que sin caer en la locura escenifican las angustias y defensas propias de un déficit severo de la estructura edípica. El paciente límite sigue poniendo en jaque al analista y a los dispositivos clínicos. Teoría y técnica han de ir un paso más allá en la construcción de esa clínica psicoanalítica que cuestiona el trípode clásico, neurosis-perversión-psicosis, incluyendo en su territorio el funcionamiento fronterizo, un nuevo paradigma para la teoría que pone en juego tanto la metapsicología como la psicopatología y la teoría de la cura.
"Las IX Jornadas de Intercambio en Psicoanálisis, realizadas los días 18 y 19 de noviembre de 2016, se dedicaron a El trabajo del analista. Diálogos sobre técnica psicoanalítica, para dirigir la mirada hacia lo que hoy se hace en la clínica. La presente obra reúne casi todos los trabajos presentados y debatidos en aquellos días. Están orientados a profundizar en las bases teóricas del trabajo psicoanalítico, en las exigencias que se derivan del tipo de pacientes que realiza las consultas, y en las repercusiones de los cambios sociales y tecnológicos. Desde la creatividad del analista y el compromiso con el sufrimiento del paciente, se aportan variaciones técnicas y alteraciones del encuadre clásico, valorando de qué manera se mantiene lo esencial de la clínica psicoanalítica. En tiempos en que el discurso oficial tiende a la simplificación fijando protocolos de actuación desde una pretendida «evidencia científica», y en que la industria farmacéutica define nuevas patologías para ofrecer a continuación nuevos fármacos como la panacea para acabar con todo sufrimiento psíquico, el psicoanálisis sigue reivindicando la existencia del inconsciente y el lugar de la palabra como herramienta imprescindible para acceder a él.El diálogo psicoanalítico abre a significaciones nuevas y moviliza afectos, favorece la repetición en la transferencia y la posibilidad de elaboración; también contribuye a otorgar representación a aquello que late amorfo y silente. Cada recodo del camino en el devenir de un proceso psicoanalítico nos puede deparar un descubrimiento inesperado, porque la verdad acerca del sujeto, sus circunstancias y su historia, nunca se devela totalmente. La vocación del psicoanalista le convoca constantemente a una doble investigación. Lejos de la tan apreciada «objetividad» de aquellas ciencias cuyo propósito es el reconocimiento de un fenómeno supuestamente ajeno al investigador, su objeto de estudio se implica tanto en el conocimiento de las modalidades de estructuración y de funcionamiento psíquico del sujeto como en la aventura personal del descubrimiento de sí mismos. Requisito básico para poder poner a disposición del otro su mente, su imaginación y su afecto."