En los años 20 y 30 del siglo pasado el ciclismo era un edificio con el esqueleto al aire. Solo el Tour de Francia y algunas clásicas ofrecían cierta perspectiva; el Giro era joven, la Vuelta no existia y el mundial era un recien nacido. En España las cosas resultaban mas precarias. Solo la Volta a Catalunya ofrecia pulso y tradicion, el resto estaba por hacer.