Las visiones de José María Eguren ( Lima, 1882 - 1942) están abiertas a límites inexplicables. Su poesía, siempre tan absolutamente nueva, vive en el mundo de lo fabuloso, pero siempre decantado por una pupila virginal. De ahí su transcendencia, su implacable humanidad y riqueza de experiencia; sus esencias oníricas, su estricta soledad. Su poesía fluye calidad y delicadeza, a todo llega por sortilegio, por maravilla, por magia; lleva el idioma al mundo del sueño original, sin retórica u hojarescas verbales, pleno de imaginación y de música.
LAS TORRES Brunas lejanías... batallan las torres presentando siluetas enormes. Áureas lejanas... las torres monarcas se confunden en sus iras llamas. Rojas lejanías... se hieren las torres; purpurados se oyen sus clamores. Negras lejanías... horas cenicientas se oscurecen, ¡ay!, las torres muertas.
La obra de Jose María Eguren (Lima, 1874-1942) es producto, según Javier Sologuren, de una vuelta constante a la "inolvidable morada de la infancia, único espacio en que no ha de sentirse herida su tierna y sensitiva materia". Los juguetes y la observacion de la naturaleza se convertiran en compañia imprescindible de una poesia polivalente, producto de una modernidad contradictoria que llenara poemas y prosas de imagenes de vida y de muerte. El poeta barranquino exteriorizara sus emociones mas intensas con un estilo propio e inconfundible, donde simbolos (que son "representaciones vividas") y figuras (porque "el mundo parece una figuracion cinematica") construyen una impredecible mascarada modernista. Su lejano parecido con Poe y Chaplin ratifica una individualidad exotica, cuya personalidad moral seria muy valorada por la vanguardia.