El mar al fondo, una casa en un bosque de pinos, un niño al que ponen todos los días en un patio, un hermano ausente que solo piensa en la huida, una madre histriónica y un padre que se refugia en la barrera de su periodico abierto, un vecino notario con su atractiva mujer, una casa abandonada y un perro, un beagle, que se une al escenario: Deliria nos lleva, de la mano de un ritmo cadencioso y salmodico al territorio de la introspeccion, de lo solemne y de lo comico. Version y secuela atlantica de la anterior obra del autor, El enigma de los espejos, publicada en esta misma editorial, Deliria es un delirio sinfonico que fluye por debajo de la conciencia, acompañado por los fantasmas de Wittgenstein, del Sutra del diamante y de Samuel Becket y sus seres casi innombrables. Alejada de las formas narrativas y poeticas actuales, sumergirse en Deliria es abandonar el yo para ser parte del rito, del sacrificio y de la redencion que acompañan el acto de vivir.
"Este viaje ocurrió en un Japón que no era lo que es ahora. Un Japón de hace casi treinta años. Aunque su esencia es la misma, aquel Japón carecía de muchos de los rasgos que tiene hoy, y me refiero sobre todo al Japon percibido fuera de Japon, quiza no tanto al percibido dentro del propio Japon. Era un Japon menos global desde el punto de vista cultural, todavia preso de opiniones como la de Max Frisch, cuando visito Japon y dijo Los japoneses son muy raros. No quieren que se les conozca.El Japon de este viaje y este libro era un Japon sin internet, sin redes sociales, sin esa enorme informacion disponible para el turista con un golpe de dedo de la que disponemos hoy. No se si este libro habria cambiado de haber existido ya internet, sospecho que si, pero no tengo una idea muy clara sobre ello. Aunque si la sospecha de que hay algo en el libro que lo hace muy pre-internet, y por lo tanto de otra era. Un libro, en definitiva, que hoy es una anacronia. Pero hay algo reconfortante en publicar papeles pasados, en revisitar tiempos idos, sean feos o bonitos, divertidos o aburridos (como temo que sea este libro para algunos). Marcos Jimenez de la Espada, a quien cito en el libro, escribio: Pero miradas desde la vejez, todas las lejanias juveniles son hermosas; y aunque parezca mentira, estos aridos y vetustos papeles me las acercan sin afearlas. Jose Pazo, del prologo a Nekomata, el gato de las dos colas
Pocos artistas como Utagawa Kuniyoshi (1798 1861) representan mejor el universo del ukiyo-e, la más genuina expresión artística del Japón del periodo Edo (1615-1868). La palabra japonesa ukiyo-e se compone de tres letras kanji que significan flotante (uki), mundo (yo) y "pintura" (e), que se traducen como las pinturas o imágenes del mundo flotante.