Hacía tiempo que mi abuela me decía que un día me llevaría a ver el circo. Ayer tarde, por fin, la abuela y yo fuimos a la estación llenas de alegría: ¡íbamos al circo! El viaje en tren duraba media hora hasta la ciudad. Y a las cinco comenzaria la funcion. En el tren nos sentamos juntas. Algunos rayos de sol se colaban por la ventanilla y nos acariciaban suavemente...