La adolescencia es una edad ingrata, y no solo para quienes la sufren, sino también para quienes los acompañan: los padres los primeros, pero también los hermanos y hermanas más pequeños, la familia añadida... Los padres se ven impotentes ante los cambios bruscos de caracter de su hijo adolescente, y a su vez el se siente presionado. Un primer paso es que el padre confie en su hijo y sepa escucharle.
En la dolescencia aparece un cambio en el tono y en la forma de dirigirse a los adultos. El niño responde, da portazos, etc. Esas manifestaciones de independencia no tienen, en principio, nada de alarmantes, pero si el adolescente no recibe la pauta de comportamiento adecuada, puede pasar a los insultos o las injurias. Por ello, hay que reaccionar. A menudo, esta actitud tiene sus raices en la infancia. Un niño que impone su ley a los tres años y que a los ocho rechaza obedecer, corre el riesgo de ser un adolescente insolente.En esta obra los autores proponen a los pares algunas reflexiones y consejos para:Ayudarles a entender que quiere decirles el adolescente con su insolencia.Enfrentarse a su sistematico espiritu de contradiccion y enseñarle a obedecer.Contener sus conatos de violencia.Descifrar sus silencios y su particular lengiaje, y tambien a desarrollar el arte de la conversacion.