Severino Di Giovanni era, en Argentina, algo más que un luchador anarquista. Representaba la rebeldía antifascista de las primeras décadas del siglo y también el enfrentamiento con las posiciones tibias y moderadas de muchos de sus camaradas que no coincidían con sus métodos y talante. Para Di Giovanni, representante máximo de los llamados anarquistas expropiadores, la dinamita era un elemento vindicador y la mejor de las medicinas para terminar con la barbarie que pretendían implantar los partidarios del Fascismo. Sin embargo, supo combinar la acción directa con la formación política a ultranza, como era norma en la época. Su enloquecido amor por la adolescente Paulina Scarfó, hizo aflorar también su lado más romántico que contrastaba con la imagen sanguinaria que se empeñaban en dar de él sus enemigos y la prensa ligada al poder. Vivió y murió sin ceder en sus principios y su nombre es clave para discutir un tema tan actual como polémico: el de la violencia revolucionaria.
Este libro quiere ser testimonio de la intensa represión y masacre de obreros durante las huelgas patagónicas de 1921, en las que los latifundistas presionaron al Gobierno de Irigoyen y al Ejército para que acabaran definitivamente con los sublevados. El teniente coronel Varela no dudó en utilizar a jóvenes soldados para que fusilaran sin miramientos a decenas de obreros y campesinos. El olvido tiene sus cómplices, pero también sus enemigos acérrimos. Osvaldo Bayer es de los que combate diariamente con su pluma por rescatar del pasado y del silencio de la historia el nombre y la dignidad de cientos de hombres y mujeres masacrados. Por ello, con La Patagonia rebelde ha querido recuperar un trágico suceso marginado por la Historia, valiéndose de la voz de los testigos y basándose en evidencias documentales, retratando así una radiografía nítida y descarnada de la desigualdad humana.