Serafín de Sarov habría de convertirse en uno de esos hombres, únicos en su generación, que —según palabras de Isaac el Sirio— llevados por la oración permanente, fruto del Espíritu Santo, alcanzaron la cima de la espiritualidad cristiana. "Hombre celestial y ángel terrenal", antes de abandonar esta Tierra nos legó un mensaje para difundir. El elegido para transmitir sus Instrucciones espirituales no fue monje ni clérigo, sino un joven notable de los alrededores, que pecó y sufrió como todos los que viven en este mundo: Nicolás Motovilov.
San Serafín de Sarov está considerado en Rusia como el san Francisco de Asís ortodoxo del siglo XIX. En este volumen se recogen dos obritas reveladoras que pueden atribuirse directamente al santo.
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