¿Por qué la violencia de género? ¿Cuáles son las causas profundas de su producción y permanencia? ¿Cómo se articulan la violencia, el género y el poder? ¿Por qué la violencia de género es un problema de salud pública? ¿Por qué es un problema de derechos humanos? ¿Cuáles son los diferentes abordajes teóricos y técnicos para trabajar en el área? ¿Cuáles son los efectos subjetivos en los profesionales que trabajan en esta problemática?En este libro Susana Velázquez propone una reflexión crítica sobre éstos y otros interrogantes que plantea la violencia ejercida contra las mujeres, abriendo así un espacio de diálogo para pensar y confrontar conocimientos y modalidades de trabajo desde una perspectiva integral e interdisciplinaria.La obra constituye un recorrido exhaustivo por todos los aspectos involucrados en el ejercicio de la violencia sexual. En la primera parte se describen las distintas formas de violencia que padecen las mujeres y los efectos que producen en su salud física y mental, y se analizan los determinantes subjetivos y sociales que encauzan la conducta de algunos hombres hacia el abuso y el comportamiento violento. La segunda parte, centrada en la especificidad del trabajo profesional, enfoca las diversas formas de intervención, los riesgos que supone trabajar en esta área y los resguardos necesarios para el ejercicio profesional. Por último, el libro se completa con los testimonios de mujeres que han sido víctimas de distintas formas de violencia y que, en un acto de coraje, denuncia y resistencia, decidieron evocar su experiencia y transmitírnosla. Testimonios que cobran especial valor en la medida en que el silencio constituye uno de los mecanismos que tienden a negar este problema en el plano subjetivo y a ocultar su magnitud en el plano social.
Las mujeres somos las principales consumidoras de toda clase de terapias. Somos, también, la proporción más numerosa de estudiantes y profesionales que asisten a cualquier curso y actividad de corte psicologico. Los servicios asistenciales cuentan, en sus plantillas de colaboradores, con un numero siempre superior de mujeres con respecto al de hombres. No obstante este evidentisimo fenomeno de feminizacion de la Salud Mental, no somos las mujeres las protagonistas principales a la hora del planeamiento o de la confeccion de politicas asistenciales para los problemas que aquejan a las mujeres. Necesitamos miles de otras mujeres que como las autoras del presente trabajo se unan a la labor de revision, de replanteamiento, de teorizacion sobre la psicologia y la psicopatologia femeninas; que se unan a la tarea de definir con mayor precision sus malestares y sus formas de recuperacion: que se sumen a las mujeres que intentan ser protagonistas de derecho cuando hay que sentar definicion y norma sobre salud y enfermedad. Hay que dejar bien sentado que este llamado no entraña ninguna intencion separatista, todo lo contrario: ojala se unieran a nuestras preocupaciones y a nuestra labor todos los profesionales de la Salud Mental hombres. Pero, para nosotras las mujeres, esta tarea implica la puesta en practica de un imperativo etico: cada uno debe responsabilizarse de lo suyo.