Artistas, eruditos y curiosos han venido a nuestra Comunidad Autónoma desde hace más de un siglo, interesados por sus ciudades y pueblos, por la singularidad de los tejidos urbanos, por los rincones señeros, conventos, iglesias y catedrales: Toledo, Siguenza, Cuenca? que ocupan un lugar propio en el panorama artistico español y europeo. Tambien recorrieron Castilla-La Mancha seducidos por sus paisajes, de acusadas reminiscencias literarias e historicas. Y hubo pintores: Beruete, Sorolla, Palencia, Enrique Vera, Ubeda, que los recrearon y dignificaron al amparo de El Greco.Muchos de estos viajeros se afanaron tambien por conocer y sentir los lugares por donde el cretense vivio y transito en Toledo, a la busqueda de sus fuentes de inspiracion, de la mentalidad e idiosincrasia de sus clientes y amigos, de sus obras señeras; obras que, desde la rehabilitacion del pintor, se han convertido en una imagen de marca de la ciudad y de Castilla-La Mancha entera. Rehabilitacion en la que jugaron un papel sustancial toledanos ilustres: Francisco de Borja San Roman, Angel Vegue, Ramon Urabayen o Antonio Sierra.Y la aparicion de nuevas obras de El Greco en las primeras decadas del siglo XX, en Almadrones, Cuerva, Daimiel, Huete, Las Pedroñeras, Malagon o Siguenza, que se unieron a las ya conocidas de Illescas y Orgaz, revelo que la procedencia geografica de los clientes del candiota era mas amplia de lo que se pensaba tradicionalmente, alcanzaba a todas las provincias que hoy forman Castilla-La Mancha; cuadros de devocion en su mayoria, de expresion apasionada y tratamiento plastico libre, que demuestran que el fuego griego se extendio por los campos de greda y almagra, poblaciones de romantica silueta y llanuras esmeraldas, mesetas y serranias, las tierras de Castilla-La Mancha a las que tambien alcanzo su memoria.
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