Jaime Saavedra, exministro de Educación del Perú, nos narra las luchas y desafíos para reformar el sistema educativo en favor los estudiantes.¿De qué magnitud es el reto de recomponer la Educación en el Peru? ¿Cuan importante es contar con gente comprometida en la funcion publica? ¿Es posible revertir la situacion critica de los sectores educativos?Mediante anecdotas personales y profesionales, ideas, estudios y datos que refuerzan sus planteamientos, el exministro de Educacion, Jaime Saavedra, aborda en este libro algunos de los complejos retos educativos en el Peru, a partir de su experiencia entre los años 2013 y 2016. En esta cruzada urgente por recomponer la labor educativa, una sana obsesion surge y anima estas paginas: la de conformar ciudadanos que contribuyan al desarrollo nacional a partir de un compromiso politico con la educacion, que a la vez se traduzca en el aprendizaje y formacion de las niñas, niños y jovenes peruanos.Estamos tarde es un testimonio invaluable, pero tambien un intento de poner la educacion nuevamente en el centro de la discusion publica, de insistir en la necesidad de obsesionarnos por ella y de asumir una decision firme: que todas las acciones de politica educativa respondan unica y exclusivamente al bienestar de los estudiantes, que no es otro que el bienestar de todo un pais. El tiempo apremia y el desafio es tan impostergable como colectivo.
Un perfecto análisis de la educación actual para animarnos a volver a una escuela en donde el conocimiento valioso y las prácticas soportadas por evidencias sean realmente el eje. Porque con la escuela no se juega. Si la escuela, como dicen, esta en crisis, no es porque sea una institucion vetusta, sino por haber olvidado su noble funcion: la de reducir, en el minimo tiempo posible y en el mayor numero de alumnos, la distancia entre la ignorancia y el conocimiento poderoso. Estamos viviendo unos tiempos pedagogicamente extraños y, en ocasiones, estrictamente estupidos. Si estupido es aquel que carece de una representacion critica de su ignorancia, bien merecen este titulo quienes se jactan de fomentar el pensamiento critico mientras aplican de manera poco critica metodologias sin soporte empirico o, en algunos casos, con evidencias empiricas que los impugnan. ¿Que otro adjetivo merece el desprecio del conocimiento en los centros de enseñanza y el enfasis en la diversion y la felicidad por si mismas? Hoy, en los tiempos de Google, se insiste en que ya no hay conocimientos poderosos, sino buscadores potentes y competencias fluidas. Si es asi, los debiles quedan desamparados y la escuela, al perder los argumentos para defender su nobleza, intenta ocultar sus imperfecciones empeñandose en ser entretenida. Ahora bien, ¿esos niños que no hallaran en ningun sitio lo que no encuentren en la escuela, no se merecen algo mas que una escuela divertida?