"Con una prosa bellísima y sosegada -una escritura en la que brillan, lúcidos, los silencios, y laten, muchas veces de manera subterránea, angustias susurrantes e insidiosas-, Claudia Valero ofrece una forma de tomar perspectiva ante el arte y la propia vida para enseñarnos, trazo a trazo, el boceto de un panorama nuevo". Giuseppe CaputoGuardianas del bosque, cometas metalicas, paisajes cundiboyacenses, dibujos de corses y animales desangrandose, cuerpos danzantes y afectados, estatuas, grandes telarañas de papel mantequilla y pinturas prerrafaelitas anidan en la mirada de Claudia Valero y en el universo de los doce textos que componen este libro. A traves de un dulce vaiven -de la narrativa intima al ensayo y de regreso-, se trasmuta el arte en cobijo. Y se retratan los avatares de su generacion: las incertidumbres laborales y amorosas, el duelo, los desarraigos, el presenciar como se desdibujan los sueños frente a la ventana de una oficina de la que no se puede salir a una hora decente.Gracias a estos relatos, en los que se abordan obras de artistas como Maria Elvira Escallon, Mariana Varela, Angela Palmer, Antonio Barrera, Paul Klee, Leonardo Da Vinci, Ana Mendieta, Olga de Amaral, Adriana Varejo, la autora abre nuevos caminos para los lectores, a quienes, ademas, invita a observar detenidamente y a encontrar en toda cotidianidad la estetica que esta esconde."Valero rastrea en la historia del arte, la literatura, las imagenes del pasado, la ternura y lo que ama, la manera de volver a unir, gracias a esta mitologia del fuego que todas vigilamos, aquello vencido por el tiempo. "Todos y todas en este texto somos o hemos sido oficiantes del fuego". Fuera del texto, las lectoras tambien nos reconocemos como oficiantes. Recorremos esta escritura, a veces desde la misma altura de aquellas protectoras de los bosques, cuidando el pequeño corazon de lo que desaparece, y otras, atadas a la tierra quemada que vuelve a arder bajo el recuerdo y su escritura."Verse a si misma a traves del ejercicio de la escritura, recomponer el tiempo, pensar en el lenguaje y sus formas, entrar al arte y la estetica para pensar de nuevo el cuerpo y sus fuerzas, recogerse en la casa natal y reconocer el misterio del mundo y sus apariencias tan verdaderas, como señala Valero, asumir lo mas real, el trabajo y el hartazgo, renunciar, empezar de cero, preservar la montaña, saberse una y varias mientras se vive y se vuelve felizmente a fallar". Camila Charry
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