ANIMA. PINTAR EL ROSTRO Y EL ALMA

Encargar un retrato es un acto de la voluntad mediante el cual el ser humano expresa su deseo de fijar, mediante las artes visuales, su aspecto físico, su carácter y su intelecto. Este acto encierra, no cabe duda, una buena dosis de vanidad. Y es esa misma vanidad consciente la que lleva al retratado o la retratada a querer luchar contra el inexorable paso del tiempo para vencer al olvido en el que todos caemos tras la muerte. La exposición Ánima y el catálogo que servirá para que la muestra no caiga en el olvido tras su clausura reflexionan acerca de las capacidades del retrato para perpetuar la memoria tras la muerte. Ánima propone distintas maneras de asociacionismo a través de los cuales el ser humano individual busca reforzar sus posibilidades de trascender y concluye que solo una vida heroica, signifique esto lo que signifique, garantiza la fama inmortal. En el fascinante recorrido de Ánima sobre los anhelos que encierra el género pictórico del retrato colaboran las investigaciones que este catálogo publica. Felipe Pereda, profesor en la Universidad de Harvard, analiza el significado profundo de los retratos de artistas. Carmen García-Frías Checa, conservadora de Patrimonio Nacional, estudia los retratos colectivos como medio de refuerzo de la identidad individual. Yolanda Gil Saura, profesora en la Universitat de València, se centra en la estirpe como medio de fortalecimiento de sus miembros. María Cruz de Carlos Varona, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid, trabaja sobre el retrato de las mujeres de la familia Habsburgo. Y Pablo González Tornel, director del Museo de Bellas Artes de València y comisario de la exposición, plantea la problemática fundamental con la que lidian muestra y catálogo, el retrato como manifestación de la voluntad de permanencia más allá de la muerte.