Para John Keats, el poeta es "el menos poético de todos los seres creados por Dios", alguien que debe vaciarse de sus atributos para que en el espacio de la opacidad aflore una realidad a la que él da forma, negándose. Este eclipse del sujeto no es ajeno a la construcción de un régimen moral que pudiera prescindir de la idea de Dios. Al cabo, según afirmó Wallace Stevens, Dios es un postulado del yo. Pero, extrañamente, el encubrimiento es también un acto ontológico de restitución, y lo que se enmascara termina revelándose. Entre la ocultación y la hipertrofia del yo, el poeta filtra la polifonía exterior, selecciona los ecos de la tradición con que se siente más concorde y escucha "solamente, enre las voces, una": así lo escribió Antonio Machado en un poema del que procede el título de este libro, De manantial sereno. En sus páginas se atiende a diversos episodios y autores de la poesía contemporánea, en la que parpadean, precarias y temblorosas, las últimas luces de la razón ante la vasta necrópolis de nuestro mundo.
Ficha técnica
Editorial: Pre-textos
ISBN: 9788481915839
Idioma: Castellano
Número de páginas: 255
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 17/05/2004
Año de edición: 2004
Plaza de edición: Valencia
Alto: 22.0 cm
Ancho: 14.0 cm
Especificaciones del producto
Escrito por Ángel L. Prieto de Paula
Ángel L. Prieto de Paula (Ledesma, Salamanca, 1955) ha publicado los libros de poesía Ortigia (1985) y Compás del vacío (1989), así como De la naturaleza (1992), traducción en endecasílabos de una selección de Lucrecio. Ha editado las Obras completas de Garcilaso (1989) y las Fabulas literarias de Iriarte (1992), y preparado la antología Poesía del Renacimiento (1989). Entre sus trabajos sobre lírica contemporánea destacan, además de las Compilaciones1939-1975: antología de poesía española (1993) y Poetas españoles de los cincuenta (1995), sus libros La llama y la ceniza (1989), Sobre Claudio Rodríguez; la Lira de Arión (1991); Claudio Rodríguez: visión y contemplación (1996), y los ensayos de Contramáscaras son consideraciones acerca de un mundo, el nuestro, que ha sustituido a los dioses por los fetiches, y en el que zumba un enjambre de seres -erráticos, azacaneados y desnortados- dispuestos a correr a cualquier sitio adonde apunte cualquier dedo. También encierran una reflexión personal, pero no ensimismada, sobre el propio autor, quien se ha detenido a mirarse, y cuenta luego lo que ha visto. El libro se ha escrito al compás de un pensamiento que ha ido saltando de un motivo a otro sin que ningún sistema impuesto escayolara su discurso: su talante digresivo y su fluencia natural son, paradójicamente, u