Felisberto Hernández (Montevideo, 1902-1963) fue concertista de piano y, todavía adolescente, trabajó en cines de barrio de su ciudad natal, acompañando con su piano las películas de cine mudo. Su vida itinerante de músico en busca de oportunidades, que se prolongará en la década siguiente y que lo llevará también a Argentina, es el telón de fondo autobiográfico de varios de sus relatos. A partir de los años cuarenta abandona su carrera de concertista para consagrarse a la literatura. Entre sus libros principales recordamos El caballo perdido (1943), Nadie encendía las lámparas (1947) y La casa inundada (1960).