En nuestra lucha contra el VIH/SIDA no podemos olvidar a los millones de personas que ya contrajeron la enfermedad. No podemos permitirnos perder a madres, padres, niños y ancianos ya infectados cuando existe una medicación que puede permitirles seguir con vida dignamente. Que el tratamiento antirretrovial esté disponible para los que lo necesitan es una responsabilidad de todos.