La escritura dura más que los libros que la acogen. No es la última página de ese libro el límite de aquella duración. Eso lo sabemos. O deberíamos de saberlo. Exigir algo -lo que sea- a eso que leemos supone exigirnos a nosotros mismos un compromiso: leer desde un conocimiento firme del oficio. Leer bien o buscarte la vida en otra parte. No valen cuentos chinos para descifrar la clave de un buen relato, el lugar oscuro donde habitan sus personajes lo que esconden esos personajes en el rincón a ratos más innoble de la experiencia humana. Si la historia que se nos cuenta es ilimitada, también lo son las circunstancias que rodean aquella infinitud. El horizonte, entonces, no quedaría delante de nuestros ojos voraces sino a nuestra espalda. Hablo de los habitantes que pueblan las páginas encabritadas, dulcemente encabritadas a veces, de Tren de la noche, el magnífico, terrible libro de Víctor Claudín. Sobrevivir no es fácil según para quién. Lo mismo que encontrar restos de dignidad por los alrededores. La ceguera total en los vagones noctámbulos, como en aquella desesperada, casi apocalíptica metáfora de Boris Vian. "Mi mundo era una noche que caminaba muy aprisa". Lo dice uno de los personajes en alguno de los relatos. Y esa afirmación sirve para todos los otros compañeros de viaje. Para todos. Caminar muy aprisa para llegar a ninguna parte. A lo más hondo de ninguna parte. No hablo del socorrido infierno literario sino de unas vidas que bucean en la imposibilidad de vivir, solas o en esa áspera compañía que es como una prolongación de la propia soledad.
Alfons Cervera
Ficha técnica
Editorial: Autor-editor
ISBN: 9788461453276
Idioma: Castellano
Número de páginas: 204
Tiempo de lectura:
4h 48m
Encuadernación: Tapa blanda
Fecha de lanzamiento: 15/06/2019
Año de edición: 2017
Peso: 241.0 gr
Especificaciones del producto
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