Hombres y mujeres que coincidieron, en lo fundamental, con el pensamiento de Azaña, que trabajaron a su lado en momentos difíciles y que sustentaron, en definitiva, un proyecto político que no fue sólo de Azaña, que se comprometieron con un proyecto que pretendia transformar la sociedad en todos los ambitos, que aspiraba a convertir a España en un pais moderno, capaz de incorporarse en pie de igualdad, aunque con sereno pragmatismo, al ambito europeo al que por naturaleza se hallaba abocado. A lo largo de este, breve pero intenso, recorrido va fraguandose, como siempre que nos acercamos sin prejuicios al periodo republicano, una doble sensacion de esperanza y frustracion. Esperanza, porque eso fue lo que la Republica trajo a España. Frustracion, porque ese proyecto, denso, rico y plagado de futuro, concluyo en una herida sangrante que se resiste a cicatrizar. Quedemonos, no obstante, con la esperanza. Aquellos años que auguraban frutos cuajados de una generacion madura, que impulsaron proyectos educativos de largo alcance, que sembraron los cimientos de una España democratica y prospera, no cayeron, a la postre, en el olvido. La España presente, con todas sus luces y con todas su sombras, se ha nutrido de aquella simiente y de aquel abono.
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