A los 37 años, cuando se embarcó, ignoto rumbo a París, ya era demasiado tarde para librarse de todos lo efectos culturales-existenciales que le había inoculado Buenos Aires, ciudad que despierta en los más sensibles una opresiva pulsión hacia la melancolía, un entendimiento de lo que nos pasa como si fuéramos personajes de nuestras propias novelas y una oscilante lucidez.Julio Cortázar (1914-1984) sus cuentos, novelas relatos y en especial el tono-estado de ánimo con los que escribe, introduce en la literatura de la lengua española un cambio de perspectiva dentro de la producción narrativa, como si la distancia le permitiera ubicarse mas carne adentro del argentino (porteño) que vive en su enorme figura, y sacar de ahí un arquetipo universal.Mas allá del boom de la literatura latinoamericana -fenómeno que sus textos ayudaron a construir-, de su simpatía por las revoluciones cubana y sandinista y del encanto producido por la ternura de su prosa, Cortázar despliega (especialmente en Rayuela, publicada en 1963) la libertad creativa de alguien que propone llevar hasta las últimas consecuencias la voluntad de transgredir el orden tradicional de una historia, el lenguaje desde donde la va contando y lo que deben ser sus criaturas.En Cortázar para Principiantes, Carlos Polimeni cuenta la vida de este autor en el contexto de su obra, y muestra hasta qué niveles ésta contextualiza, fantástica, irracional, peligrosamente, su bibliografía por los mismos terrenos que sus ficciones. En los desmesurados ojos de Cortázar, el trazo de Miguel Repiso (Rep) rescata cómo veían esos ojos.
En las instancias iniciales de esta historia, el rock era entendido como una suerte de colonización cultural del territorio americano por parte del mercado anglosajón, y el rock en castellano que surgiera fruto de esa invasión no ostentaba más que un marcado carácter imitativo. Como una paradoja del destino, a finales del siglo XX, el mismo movimiento acusado otrora de cipayismo ha evolucionado al punto de consolidar una identidad cultural propia que comienza a fascinar a las metrópolis imperiales. A partir de un persistente proceso de rastreo en los ritmos autóctonos del propio continente el rock latinoamericano ha encontrado rasgos sonoros inéditos en la historia de este género. El fenómeno ha motivado que renombrados músicos forá neos se detengan cada vez más en la cadencia auditiva de este lado del mundo, propiciando cierto mestizaje que ya comienza a infiltrarse en su ADN melódico. No sólo sonidos sino también diversos símbolos aborígenes de estas tierras se han transformado en fetiches para la propia iconografía de los grupos extranjeros. Por otra parte, es cada vez mayor la inserción de los grupos latinos en las cadenas de televisión de las culturas hegemónicas, hecho que para muchos utopistas sugiere la audaz idea de una creciente contrainvasión. Lo que sí es seguro es que este proceso ha surgido por generación espontánea y por los esfuerzos aislados de sus protagonistas. Curiosamente, a lo largo de esta evolución, no ha habido una política oficial al respecto más que la de la recurrente represión. En toda Latinoamérica estos movimientos tuvieron en sus etapas clave largos conflictos con la autoridad, sufriendo censuras y persecuciones que a la larga los fortalecieron. Como bien titula el autor, fue bailando sobre los escombros como se gestó la base de este movimiento liberador, catártico, alegre, de espíritu lúdico y por momentos díscolo que sustenta la idea de este libro.
"Nadie me narró las historias que cuento en este libro. Permanecieron guardadas durante mucho tiempo —para que añejaran bien—. Cuento por primera vez anécdotas y situaciones que en su momento preferí
Si bien el abigarrado universo kitsch español apareció retratado en buena parte de su obra temprana, Pedro Almodóvar ha sido considerado como su gran reivindicador a partir del éxito de Mujeres al borde de un ataque de nervios, la película que significó su despegue internacional. "Amaba mucho el kitsch, y era natural incluirlo en mis películas. Los objetos y decoraciones kitsch servían para definir mis gustos y mis personajes", ha contado. "En el kitsch pueden haber cosas horribles y sin interés, así como cosas espléndidas y delicadas. Yo escogía las cosas que me gustaban". Este libro analiza su obra partiendo de la formulación revulsiva -que consistía en poner en la pantalla personajes, temas, conductas, decorados y ambientes que no habían sido reflejados con respeto por el cine de su país- hasta nuestros días, en que, para volver a ser moderno, se ha convertido en clásico.