Desfrío no es el revés del frío, no es tampoco calor. Es una temperatura en metamorfosis que no existe, que pasa del frío de lo vivo en el límite norte (-25º) a la temperatura estable, algor mortis, de la escucha, de la extrema atencion (25º). Que entrega el propio magma para hundirse en el centro solar, en la contemplacion de los nucleos escindidos y encadenados de la explosion (15.000.000º). Es el itinerario de un pajaro varado que no puede migrar, que se separa de su bandada para permanecer quieto en el frio, atento a sus crujidos, a sus reverberaciones, a los ensueños de la hibernacion, y por fin al cese de la maquina de las imagenes. Lo que vuela a la inversa, excava hacia arriba, se sumerge en lo contraido por escision. Lo que moja sus plumas en fuego y vuela junto a otras aves separadas (patos abrasados, grullas de luz). Despues de Tundra, Reses, grisu, Sales y Caza con hurones, Esther Ramon aborda en este nuevo libro una excavacion extrema. En palabras de Antonio Mendez Rubio, los poemas de desfrio no se dejan llevar por inercia alguna: manos, pasos, suelo, animales, alfileres punzantes, arboles de vacio, pero tambien dolor comun, trabajadores muertos, hambre, fabricas en ruinas El desgarro se convierte asi en matriz constructiva, compositiva, productiva de una escritura que queda como increiblemente suspendida en la nada, que incluso avanzara a jirones por donde nadie parecia esperarla.
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