(1963, San Sebastián) Es experto en heráldica, genealogía y protocolo. Ha sido director de la Escuela Marqués de Avilés de la Asociación de Licenciados Genealogía, Heráldica y Nobiliaria del CSIC y participó en varios eventos culturales durante la capitalidad cultural de Madrid en 1992.
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Durante siglos, la historia de los países ha sido la historia de sus reyes. ¿Y cómo premiaban los reyes a quienes les servían? Con títulos nobiliarios. Hoy se mantiene la costumbre y el rey de España crea nobles a personas que han destacado por sus conocimientos o sus servicios a la Monarquía o al Estado. Por tanto, los avatares de los aristócratas sirven como guía para comprender el sentido de cada época. Así, por ejemplo, la casa de Alba en el siglo XVI dio generales y consejeros a los reyes; y en el siglo XX, cotilleos a las buenas gentes. Cabezas de la nobleza es una historia de las personas que fueron las primeras en recibir un título de nobleza, es decir, de los que comienzan un linaje. A través de ellos se puede conocer la historia de España. Hay curiosidades como: Ambrosio de Spínola, el vencedor del sitio de Breda, compró el nombramiento militar de maestre de campo, pero por la gloria y el honor de servir a la Corona llegó a pagar ejércitos de su bolsillo. El comportamiento heroico del almirante Blas de Lezo, que derrotó a los ingleses en 1741 en Cartagena de Indias, se premió con el olvido y la maledicencia. Fue su hijo quien consiguió su rehabilitación y a quien el rey concedió un título para honrar el valor del padre. Los propietarios de ingenios de azúcar en Cuba fueron tan poderosos que recibieron títulos nobiliarios por sus donaciones a la Corona. El principal miembro de la sacarocracia fue Julián Zulueta, ennoblecido como marqués de Álava, un negrero. Fernando Prado, experto en la historia de la aristocracia, describe en Cabezas de la nobleza la esencia de los títulos, su concesión por la monarquía, la opinión que de ellos tenían las sociedades en que nacieron… Si antes se premiaba a los guerreros y conquistadores, en el siglo XIX se recompensa a los industriales, los banqueros y hasta los negreros. Incluso hoy, en tiempos en que se suprime la preferencia del varón sobre la mujer, ¿cu&
Hi ha molts capellans, religiosos i religioses
que no saben escoltar. I em pregunto: sino saps escoltar el teu germà o germana que tens a prop, com escoltaràs Déu, a qui no tens directament al davant