En una ciudad cualquiera, en un edificio cualquiera un conejo blanco, metáfora de los anhelos, recorre cada apartamento narrando y encadenando instantáneas íntimas de sus habitantes. Cada historia es un índice que nos abre la vida de quien trata. Todos esos sueños se condensan y disipan en la oscuridad de la noche que habita bajo los cimientos. Con un dibujo suave, casi Näif, Gabriella Giandelli desgrana dramas cotidianos en blanco y sepia, como fotografías antiguas.
Su mujer ha muerto, su tranquila soledad de observador se ve invadida por otra soledad, la de una mujer que llama a su puerta en demanda de ayuda. Soledades forzadas, soledades asumidas, soledades compartidas. Gabriella Giandelli nos muestra un mundo frío y callado, de aristas suavizadas por la omnipresencia de esa nieve, que todo lo amortigua.