Un escritor urbano, ya jubilado de su oficio de profesor de instituto, se confina durante unas semanas en una casa rural, con el propósito de acabar una novela que tiene muy avanzada y que, dado su absorbente entorno familiar y amistoso, le cuesta concluir. Sin embargo, el azar le tiene reservada una circunstancia del todo imprevisible: una lugareña, moradora solitaria de la unica vivencia de los alrededores, toma por costumbre hablarle a su difunto marido mientras atiende las plantas de su patio.
Este libro presenta un indiscutible valor literario, porque tanto el uso efectivo que hace su narrador de la lengua que se usa para escribir su obra como lo trabajadísima condensación expresiva que ha dado a las historias que esta contiene y los personajes que las protagonizan sorprenden, interesan, conmueven, hacen pensar y hasta mueve a la risa en no pocas ocasiones al atento lector, que es la maxima aspiracion que puede tener ese lenguaje artistico o poetico que llamamos literatura.