Papeles volanderos y sentimientos desiguales se pasean libre y llanamente por estas páginas en una suerte de diario que trata de congelar el momento, a la vez que nos ofrece el singular punto de vista del autor sobre su realidad y la que nos rodea.
Federico García Lorca y Rafael Alberti no fueron enemigos. Nada más y nada menos. Creo que ésta es la conclusión que debe valorarse a la luz de los datos que hoy disponemos, gracias a las noticias biográficas, a los diferentes estudios realizados sobre los epistolarios de la generación del 27 y al cuidadoso libro de Hilario Jiménez; un libro necesario, clarificador, que ha reunido por primera vez la documentación pertinente, interpretando con admiración, pero con objetividad, las relaciones vitales y literarias de los dos poetas.
Prólogo de Luis García Montero. Es un libro necesario, clarificador, que reúne por primera vez la documentación pertinente, interpretando con admiración, pero con objetividad, las relaciones vitales y literarias de los dos poetas entre 1924 y 1936; ordena aquel rico panorama ideologico y plantea las cosas en su lugar. Nunca hubo una amistad estrecha entre Federico Garcia Lorca y Rafael Alberti, pero si respeto mutuo y conciencia de intereses esteticos y humanos compartidos.