Juantxu Bohigues nació en Gandía en 1965. Es guionista, actor y crítico de cine. Su primer libro publicado fue Henry Miller en el metro con la editorial Polibea, escrito junto a Javier Azcue. Una sucesión de relatos que transcurrían en el Café Comercial y en el barrio de Malasaña. Historias que surgieron durante los veinticuatro años que trabajó en ese local. Su segundo libro, escrito en solitario, se llama Dónde termina la lluvia, de la editorial Nazarí, una novela tan hiperrealista que termina pareciendo onírica, en la cual el autor habla de Almazara, un lugar con recuerdos de inocencias perdidas, amores epistolares y bicis entre naranjos. Actualmente sigue cultivando su faceta de narrador mientras trabaja en el Café Central rodeado de Jazz. El año que nos duchamos entre abejas es su tercer libro.
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HENRY MILLER EN EL METRO se inicia con el relato "Clase de literatura" y termina con "Fantasmas". Ambos trascurren en el café Comercial de Madrid, particular homenaje a ese lugar de encuentro de literatos y personas extraviadas para los que siempre fue un lugar de refugio. Entre ellos otros dieciséis relatos, que junto a estos forman este libro escrito por Javier Azcue y Juantxu Bohigues, bañado por el humo de los cigarrillos de Henry Miller, sus paseos en bicicleta y la visita a esos lugares oscuros de Madrid que nos fascinan. .Como expresa Fermín Macías en el prólogo, "Juantxu Bohigues y Javier Azcue llevan tiempo en un lugar equidistante entre el de Miller y el de nosotros, los demás, los que leemos en el metro
En este pequeño, gran canto a una tierra olvidada en el recuerdo, y reconstruida para laocasión, hay mucha tierra, tierra que se te mete en la garganta y te oprime la laringe, mientrasbuscas pistas de un asunto que solo te puede aclarar la lluvia. Su árida memoria, nos lleva hastaAlmazara, y no nos decepciona con absurdos recuerdos de inocencias perdidas, ni amoresepistolares, sino que nos obliga a conectar con los olores, fluidos y sabores amargos de unaliteratura tan hiperrealista que termina pareciendo onírica.Cuando Juantxu imagina, el lector sueña y al mismo tiempo viaja en vagones de metro, yvuelve a la ciudad y a los cafés de Madrid, mientras lleva una bici entre naranjos. Todo, el sueño, elrecuerdo, lo presente, unido en un cónclave que a veces provoca insuficiencia cardiaca, pero queal final se resuelve con fumata blanca. Nosotros podemos seguir reconstruyendo nuestro propioolvido, mientras hemos presenciado el milagro del recuerdo en las páginas de este alentadorlibro de cantos.
África es -ya lo sabemos- un género literario en sí misma. Pero esta novela no es una machada aventurera, ni tampoco una inmersión tenebrosa en su corazón subsahariano. El año que nos duchamos entre abejas es un libro a modo de tentativa, que se cuestiona a sí mismo, se reta, se fuerza (y esfuerza) por ver cuánto más puede dar de sí. No se busca lo pintoresco sino lo singular; el autor no se acomoda en los tópicos, se deja desafiar por ellos. Todo viaje que se precie es iniciático. Sin embargo, para el narrador es más bien acabático, pues firma la sentencia de muerte de un amor y de cómo veía el mundo quien amaba. Y a la vez emprende otro viaje (¿o el mismo?) a sus orígenes. Hay en El año que nos duchamos entre abejas una tensión constante y bien mantenida, gracias a ese estilo sincopado, impresionista, incisivo, que se ciñe a sus páginas. Los lugares que reconstruye Juantxu Bohigues son un estado del alma o del recuerdo, si es que acaso no son lo mismo.ALBERTO CHESSA