(Tarragona, 1957) es antropóloga social y termina actualmente una maestría en Antropología de la Medicina. Es profesora de enseñanza secundaria. Desde hace diecisiete años su tema principal de investigación ha sido la antropología de la muerte, que la ha llevado a interesarse primero por el estudio de los rituales y prácticas funerarias y del cementerio, más tarde por el proceso y la gestión del morir y los derechos del paciente en el medio sanitario. Ha publicado varios artículos en revistas especializadas e imparte con regularidad cursos para profesionales de la salud.
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Perder la piel es el testimonio de una trágica experiencia personal: hace cuatro años, cuando contaba treinta y cuatro, la narradora sufrió un accidente que le causó quemaduras profundas en el 80% del cuerpo, cuyas gravisimas secuelas no le han impedido volver a una vida razonablemente normal. La autora evoca paso a paso su vuelta a la conciencia, las pesadillas, las alucinaciones, el sufrimiento fisico que le causaban las curas, la rehabilitacion y sus altibajos de animo durante un largo itinerario por diversos hospitales nacionales y extranjero en los que fue sometida a multiples intervenciones quirurgicas y a interminables sesiones de rehabilitacion. Aunque no escamotea los aspectos dolorosos, aun de tormento, que su tremenda experiencia le ha hecho padecer en lo fisico, en lo psiquico, en lo social y lo familiar, la autora evita el tono melodramatico y confiere a su prosa, clara y exacta, un nitido valor objetivo, y una precision acorde con la actitud exigente y participativa que para ella ha de tener el paciente, que no es un mero objeto de las atenciones de quienes tienen el deber de cuidar de su salud, sino un colaborador critico de su propio tratamiento. Este impresionante testimonio es tambien un alegato en pro de la entereza y la lucidez.
En La piel curtida, Marta Allué nos invita a adentrarnos en las vidas de personas corrientes que sobrevivieron a episodios traumáticos, con el fin descubrir, a través de sus relatos, las estrategias que los protagonistas pusieron en juego para salir airosos de situaciones en extremo adversas. Con esa pregunta en mente y equipada con su formación antropológica y su experiencia personal, Allué ahonda en relatos autobiográficos, entrevistas e incluso en obras de creación literaria sobre individuos enfrentados a situaciones límite -enfermedades o accidentes graves que obligan a largas hospitalizaciones; confinamiento por secuestro, en la cárcel o en campos de concentración; aislamiento absoluto a merced de las fuerzas de la naturaleza- en busca de puntos comunes en los recursos y las habilidades desplegados por ellos para seguir con vida, ya que, a fin de cuentas, éstos constituyen una forma -también extrema- de aprendizaje. De todo lo leído, lo vivido y lo aprendido deriva una conclusión: una sociedad que tuviera en cuenta las enseñanzas de esos supervivientes sería, sin duda, más saludable. En su seno alumbraría una cultura que en lugar de negar u ocultar el infortunio y patologizar a quienes lo sufren -en este punto aparecen elementos de amarga crítica al personal sanitario, médicos y psicólogos- supiera acompañar y contribuyera a que las personas encontraran en sí mismas y en su entorno más inmediato la fuerza necesaria para superar las adversidades extremas, pero también las cotidianas.
Mostrar las actitudes de las personas válidas frente a la diferencia y describir las relaciones sociales que se establecen entre las personas discapacitadas y las que no lo son (o que todavía no lo son) constituye el principal propósito de este libro. Tras definir la discapacidad como «la limitación de oportunidades para participar en la sociedad debido a las barreras sociales», después de describir, a partir de las narraciones de los informantes, las estrategias puestas en juego por quienes han sufrido una pérdida en la funcionalidad de alguno de sus órganos, a fin de reintegrarse en el medio familiar, social y laboral, y después de observar con mucha atención cómo los informantes perciben las reacciones de los denominados «válidos» ante la evidencia de la discapacidad, la autora denuncia lo que no duda en calificar de apartheid y aboga por una sociedad abierta, capaz de derribar todas las barreras y de comprender al fin que todos somos iguales en la diferencia, que todos somos temporalmente válidos. DisCapacitados es a un tiempo el resultado de la experiencia personal y de un trabajo etnográfico en el que la observación participante alcanza su máxima expresión, y en el que lo vivido y lo estudiado se conforman como una unidad indisociable.
Estas páginas son un conjunto de observaciones y reflexiones sobre los procesos asistenciales relacionados con la salud, los ámbitos institucionales donde se producen y las interacciones entre los actores que participan: los profesionales, los pacientes, nuestras familias y nuestras redes sociales. En algunos de esos procesos, los pacientes inquietos son aquellos que tienen un interes casi profesional por su integridad fisica y emocional, y son protagonistas en este relato. Los pacientes inquietos se muestran atentos al espectaculo que se desarrolla en ese entorno y estan dispuestos a participar de manera critica en el. El guion versa sobre las actitudes y aptitudes de los actores, y sobre el funcionamiento de las instituciones, cuestiones que no forman parte ni del diagnostico ni del tratamiento, pero a menudo determinan el pronostico y, en consecuencia, la calidad de vida de todos los ciudadanos.
Nueva presentación de todo un longseller de Seix Barral. Un impresionante testimonio de superación.
Perder la piel es el testimonio de superación de una trágica experiencia personal: Marta Allué s