A finales del siglo xix y comienzos del xx, Viena experimentó una eclosión cultural de tal magnitud que acabó convirtiéndose en uno de los principales hitos culturales de la historia de la humanidad. Sin embargo, la I Guerra Mundial acabo de un plumazo con el espiritu de la Viena fin-de-siecle. Es cierto que nos quedan las obras de los genios que la capital del Imperio Austro-hungaro acogio en su seno, pero ya no podemos verlos como contemporaneos nuestros: su sentido del humor, su sensibilidad musical, sus miedos, sus fantasias y su actitud misma ante el suicidio ya no son los nuestros. Ante esta tesitura, la obra de Otto Weininger nos permite conocer de primera mano la sensibilidad que empapaba aquella Viena de genios. En este sentido, es sintomatico el respeto que figuras de la talla de Karl Kraus, Franz Kafka, Hermann Broch, Karl Popper, Robert Musil, Arnold Schoenberg, August Strindberg, Georg Trakl, Elias Canetti y Thomas Bernhard, entre otros, han mostrado hacia la obra de Weininger: no en vano Hermine Wittgenstein, hermana del genial filosofo vienes, llego a manifestar que Sobre las ultimas cosas le servia hasta cierto punto como un sustituto de la presencia de su hermano. Por si fuera poco, este libro presenta un valor añadido sobre Sexo y caracter, la obra mas conocida de Weininger, pues Sobre las ultimas cosas refleja en mucha mayor medida las obsesiones y los problemas personales del joven Weininger, judio, homosexual, suicida, y referente de una epoca irrepetible.
Sexo y carácter aparece en mayo de 1903. El libro, proyectado en un principio como un estudio de biología, psicología y caracterología, pasa a ser una indagación esencialmente filosófica en la que Otto Weininger construye las definiciones de masculinidad y feminidad bajo el principio de que todos los seres vivos tienen una variable proporción de ambos componentes. Los sitúa además como rasgos contrapuestos -siendo lo masculino moral y positivo y lo femenino amoral y negativo- y sobre esta base analiza aspectos como la monogamia, el adulterio, la homosexualidad o la emancipación de la mujer. Afirma, además, que el judaísmo está más cercano a la feminidad, mientras que el cristianismo refleja más rasgos masculinos. Weininger provenía de una familia judía y había roto definitivamente con la religión de sus antepasados con el simbólico gesto de convertirse al cristianismo el mismo día en que había recibido su Doctorado, en julio de 1902.
A finales del siglo xIx y comienzos del xx, Viena experimentó una eclosión cultural de tal magnitud que acabó convirtiéndose en uno de los principales hitos culturales de la historia de la humanidad. Sin embargo, la I guerra Mundial acabó de un plumazo con el espíritu de la Viena fin-de-siècle. Es cierto que nos quedan las obras de los genios que la capital del Imperio Austro-húngaro acogió en su seno, pero ya no podemos verlos como contemporáneos nuestros: su sentido del humor, su sensibilidad musical, sus miedos, sus fantasías y su actitud misma ante el suicidio ya no son los nuestros. Ante esta tesitura, la obra de Otto Weininger nos permite conocer de primera mano la sensibilidad que empapaba aquella Viena de genios. En este sentido, es sintomático el respeto que figuras de la talla de Karl Kraus, Franz Kafka, Hermann Broch, Karl Popper, Robert Musil, Arnold Schoenberg, August Strindberg, Georg Trakl, Elias Canetti y Thomas Bernhard, entre otros, han mostrado hacia la obra de Weininger: no en vano Hermine Wittgenstein, hermana del genial filósofo vienés, llegó a manifestar que Sobre las últimas cosas le servía hasta cierto punto como un sustituto de la presencia de su hermano. Por si fuera poco, este libro presenta un valor añadido sobre Sexo y carácter, la obra más conocida de Weininger, pues Sobre las últimas cosas refleja en mucha mayor medida las obsesiones y los problemas personales del joven Weininger, judío, homosexual, suicida, y referente de una época irrepetible.