En el santoral del Renacimiento Mexicano (esos años de arte público, artistas que ejercían la conciencia nacional al fijarla plásticamente, seres arrebatados que usaban su personalidad como forma de vida colectiva, politica convulsa, admiracion mundial y discusiones teoricas sobre andamios y con libros de texto en la mano), la figura de Frida, la hija del fotografo aleman Guillermo Khalo, crece a sesenta minutos por segundo. El origen del mito es multiple: la pintora magnifica que no pendio de modas o membretes, la belleza torturada, la invalida que grita ¡Viva la vida!, la amada de Diego, la amiga de Trotsky y Breton y Maria Felix, la mujer invencible y fragil, la representacion combativa en los murales de Rivera, la soledad en llamas.La devocion y la invencion colectiva no agotan a la persona y su obra magnifica, y hace falta la reconsideracion biografica y critica que aporte elementos de juicio ajenos al simple pasmo reverencial. A esta tarea se consagra, con excelentes resultados, Raquel Tibol. Para Raquel quizas la mas sistematica defensora del muralismo, polemista ubicua, critica, promotora, investigadora excepcional Frida, a quien conocio, es, en primera y ultima instancia, un ser coherente en su diversidad: artista de genio, militante de izquierda hasta el final, mujer de inmensa y agonica ternura. Ni victima ni simbolo facil ni flor del erotismo mexicano ni mero complemento legendario del inmenso mural que es la vida de Diego. Segun lo establece Raquel Tibol, el mito de Frida Kahlo es solo una parte de la integracion excepcional entre arte y vida, entre la intensidad publica y privada.(Carlos Monsivais)
Ver más