Hace años tuve la feliz ocasión de imaginar como pudieron ser los años que pasara Mingana en Birmingham al asistir al Mingana Symposium, organizado por la Universidad de Birmingham en un lugar idílico, Woodbrooke, en medio del inmenso encinar de Selly Oak.Woodbrooke era entonces un lugar especial. Lo era por la calida amabilidad de los voluntarios que prestaban su asistencia en el Centro, atentos ante cualquier necesidad que pudieramos tener los huespedes, con su frondoso jardin, el porche donde a media tarde tomabamos te o cafe en animada discusion, o las tan deseadas veladas noc turnas que teniamos en la Sala Rendell Harris, donde en los mullidos sillones apostados junto a grandes ventanales asistiamos a conversaciones sobre los temas mas diversos.En nuestros paseos vespertinos en busca del pub mas cercano donde mitigar la sed, pasabamos por delante del edificio que en su dia albergara el fondo de manuscritos de la Mingana Collection. Un edificio victoriano de imponente fachada se alzaba a la vera del camino, solitario, cerrado. Lo contemplaba junto con mis colegas con pena y admiracion al propio tiempo, admiracion que obviamente se extendia al sabio britanico-iraqui, pues Samir Khalil Samir nos habia hablado con detalle acerca del personaje y de sus desventuras en sus años mozos por tierras iraquies.Recuerdo que la segunda vez que participe en el Af ingana Symposium, inmediatamente despues del almuerzo, mientras la mayoria se retiraba a descansar antes de la sesion vespertina, yo solia ir a la Sala Rendell Harris. Alli, abria las vitrinas donde estaban los libros donados por el sabio britanico, leia unas paginas durante unos minutos para luego abandonarme a imaginar como serian las reuniones, charlas y discusiones habidas entre sabios de la talla de Rendell Harris, Bensley, Burkitt, las hermanas Smith, Margoliouth y Mingana. ¡Cuantas conversaciones encerraban aquellas cuatro paredes! Si pudiesen hablarEn aquellos dias, visitar Woodbrooke supuso para mi algo asi como viajar al siglo XIX. En una ocasion, con motivo de una estancia durante la coordinacion de los volumenes que integraban la serie Christian-Muslim Relations me hospede en sus aposentos durante una semana. Fueron unos dias de duro trabajo, pero al mismo tiempo unos dias inolvidables por motivos varios: las conversaciones por medio del encinar con el P. Emilio Platti, la visita al edificio en el que se encuentra The Mingana Collection, en la Biblioteca de la Universidad de Birmingham, la presentacion de Alba Fedeli del progreso de por aquel entonces su trabajo sobre las celebres hojas del Coran de Birmingham.Y todo ello no fue sino por obra y gracia de un iraqui, que dejando su tierra y sin saber adonde ir acabo llegando a Birmingham gracias a un amigo. Ese iraqui, que luego tambien seria britanico, nos habia legado un magnifico fondo de manuscritos, ademas de una imponente obra investigadora, a la que hay que sumar los tres volumenes ejemplares de su Catalogo de manuscritos arabes y siriacos.La llegada del joven Mingana a Inglaterra fue, sin ningun genero de dudas, una bendicion para el orientalismo europeo, al que insuflo parte de esa innata sabiduria oriental que poseen algunos sabios como de hecho lo era nuestro admirado H urmiz-Alphonse Mingana.Como hemos hecho en otras ocas10nes con otros sabios de aquellos dias, con esta traduccion deseamos rendir...
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