Alvarez Civantos, Óscar J.Hay veces en las que uno piensa perderse en un lugar en el que nadie pueda localizarle, sin dar más explicaciones. Esto que pudiera parecer cosa fácil, hoy día puede calificarse de practicamente imposible, aun cuando creamos que no le hemos comentado a nadie nuestro paradero. Mas alla de nuestra familia, novia o amigos de confianza, siempre hay alguien que conoce donde estamos, aunque nosotros no seamos conscientes de ello. Ese alguien es nuestro banco. Sea cual fuere el lugar del mundo en el que nos encontremos nuestro banco conocera nuestra situacion desde el mismo momento en que utilicemos nuestra tarjeta de credito, medio de pago que mas que en usual, se ha convertido en imprescindible compañero de viaje. Al hacer un cargo con nuestra tarjeta, nuestro banco conocera no solo en que lugar del mundo nos encontramos, sino tambien lo que hacemos; eso si, nosotros seguiremos creyendo que nadie lo sabe. Y la razon de todo ello es que, en muchas ocasiones, nos falta consciencia de que suministrando nuestros datos, sea de la forma que sea, vendemos una parte de nuestra intimidad, lo cual en ocasiones no nos importara ya que en el cambio ganaremos en calidad de vida y comodidad. En efecto, nuestro banco conoce mas de nosotros que la mayor parte de nuestros amigos y familiares. Conocera nuestros habitos en cuanto a compras, nuestra suscripcion a una revista de una u otra tendencia ideologica, el colegio al que van nuestros hijos, nuestro partido politico, nuestra salud, y en general todo lo que, de una forma u otra comporte una implicacion economica (lo que nos llevara a hacernos la pregunta de si existe algo sin dicha implicacion, aparte del amor verdadero, como diria aquella antigua cancion). Si toda la informacion que nuestro banco tiene de nosotros, fuera utilizada de forma incontrolada y con finalidades distintas a las que comportan los servicios bancarios que nos presta, podriamos decir que nuestra intimidad habria pasado a dominio de personas ajenas a nosotros mismo
Ver más