De todas las piezas que conforman la génesis de un espectáculo, la única figura imprescindible es la del actor. Es posible ver espectáculos teatrales sin escenografía, sin dirección escénica e incluso sin texto, pero lo que no puede concebirse ni siquiera de forma imaginaria es una obra de teatro sin actores. Por eso resulta curioso que, entre la abundancia de bibliografía sobre teoría y práctica de la interpretación y manuales de dirección escénica, no exista una colección de testimonios y reflexiones centrada exclusivamente en el intérprete, contada en primera persona, y con un recorrido temporal completo, desde el teatro griego a nuestros días.
	
	Este libro, y los sucesivos de la serie, viene a suplir esa ausencia. Recoge sobre todo testimonios de actores, pero también de personalidades que, sin haber encarnado jamás un personaje, fijaron su atención en la interpretación teatral con la suficiente intensidad para merecer nuestra atención: filósofos como Platón, Lessing o Diderot, cronistas como Juan de Zabaleta o Agustín de Rojas, e incluso voces contrarias a la propia existencia del intérprete como la del padre Fomperosa. De este modo, recorre la figura del actor desde su génesis hasta el fenómeno que supuso la aparición del genial director y actor ruso Konstantín Stanislavski. La antología se completa con un segundo volumen, que abarca de 1863 a 1914, y un tercero, que continúa desde 1915 hasta el 2000; ambos también coordinados por Jorge Saura y disponibles en los números 155 y 156 de esta misma serie.
	
	Jorge Saura estudió en la Facultad de Dirección del GITIS, Instituto Nacional de Arte Teatral de Moscú. De vuelta en Madrid formó parte del Teatro Guirigai antes de unirse como ayudante de dirección, profesor de interpretación y asesor literario al recién creado Teatro de La Abadía, donde participó en espectáculos como Entremeses, La noche XII y Santiago de Cuba y cierra España. Desde 1998 hasta su jubilación en 2018 fue profesor en la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD). Como investigador colaboró con el Instituto del Teatro de Madrid y en las revistas ADE, Primer Acto y Acotaciones. Junto con su esposa, Bibicharifa Jakimziánova, tradujo del ruso e introdujo en nuestro país a figuras teatrales de
	la talla de Meyerhold, Stanislavski o Chéjov. Además de en la presente antología, participó en numerosos libros de esta editorial como El último Stanislavski, La palabra en la creación actoral, En la senda de Stanislavski: escritos de Nemiróvich-Dánchenko, etc. Falleció en 2024.