El cuento de invierno es seguramente la penúltima obra de William Shakespeare. Escrita en pleno apogeo poético de su autor, parece que, con ella, hubiera querido burlarse expresamente de todas las convenciones literarias. Porque si en sus obras Shakespeare tendió siempre a reunir elementos dispares, en El cuento de invierno se superó a sí mismo. En ella coexisten fantasía y realismo, tragedia y comedia, corte y campo, nobleza y picaresca, antigüedad griega y modernidad isabelina, y contiene, además, un buen número de curiosidades y prodigios (incluida la presencia escénica de un oso y de una estatua que cobra vida). La acción se desarrolla en dos tiempos con un intervalo de dieciséis años y se alterna entre Sicilia y Bohemia. Inspirada en la tragicomedia romancesca, trata las relaciones entre padres e hijos en una trama de pérdida y recuperación, discordia y reconciliación en la que intervienen elementos sobrenaturales. Dada la importancia que en todas sus «divinas comedias» tiene el espectáculo y el tratamiento artístico de sus ingredientes, esta obra se distingue, también, por su carácter experimental y aun vanguardista. Aunque poco apreciada por los escritores y críticos neoclásicos, El cuento de invierno ha ido ganando desde el siglo XIX en estima y admiración hasta convertirse, en opinión de algunos, en la más bella creación de Shakespeare.
William Shakespeare fue un dramaturgo y poeta inglés, considerado uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. Hijo de un comerciante de lanas, se casó muy joven con una mujer mayor que él, Anne Hathaway. Se trasladó a Londres, donde adquirió fama y popularidad en su trabajo; primero bajo la protección del conde de Southampton, y más adelante en la compañía de teatro de la que él mismo fue copropietario, Lord Chamberlain's Men, que más tarde se llamó King's Men, cuando Jacobo I la tomó bajo su mecenazgo.
Su obra es un compendio de los sentimientos, el dolor y las ambiciones del alma humana, donde destaca la fantasía y el sentido poético de sus comedias, y el detalle realista y el tratamiento de los personajes en sus grandes tragedias. De entre sus títulos destacan Hamlet, Romeo y Julieta, Otelo, El rey Lear, El sueño de una noche de verano, Antonio y Cleopatra, Julio César y La tempestad.
Shakespeare ocupa una posición única en el mundo, pues sus obras siguen siendo leídas e interpretadas en todo el mundo.