Llega el avión, el microsurco y la Hi-Fi, y, tras los pasos de Pilar López, regresan de Nueva York, nuestros genios expatriados, Carmen Amaya, Rosario y Antonio, marcando el territorio flamenco con sus renovados pasos, poses y actitudes artisticas. De repente el arte jondo andaluz recobra el pulso por mor de unos virtuosos que se han refinado, madurado y crecido en Nueva York. Edgar Neville los acoge en su largometraje Duende y misterio del flamenco, que mas bien debio denominarse del flamenconauta. El varon danzante toma la escena, siguiendo las huellas de Antonio por la tierra o en sus brincos airosos, reconvertido en el bailarin de España. Muchos de los valores que saltan a la palestra, todos bailando la farruca del Sombrero de tres picos conformada por los Ballets Rusos ¿podriamos hablar de la farrusa?, proceden de Nueva York: Jose Greco, Manolo Vargas, Roberto Ximenez, Luisillo, Roberto Iglesias, Angel Pericet, Rafael de Cordoba, el maestro Granero Carlos Montoya, desde Manhattan, impone en el mundo la guitarra flamenca de concierto, y Lola Flores, el RAP. En 1955 comienza la fiebre española, un periodo de mas de diez años en que todo lo español, desde Nueva York, se impone en America. Los artistas van y vienen, con su jet-lag en plan ole-stars. Asi reaparecen en la Gran Manzana, celebrados por las multitudes y la critica, Vicente Escudero y Carmen Amaya con Sabicas, que alli se asienta. El guitarrista que acompaña al tio Vicente, Mario Escudero, se hara compadre de Sabicas y por igual decide que en EE UU se le escucha, decide quedarse, impone maneras Con Jose Greco, un adolescente llamado Paco de Lucia descubre America el filon que representan Sabicas y Mario Escudero, se entera, lo asume, y nada volvera a ser igual.
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