Los autores de este libro han investigado la notoriedad de la cocina depravada a lo largo de la historia y han escrito un insólito recetario basado en las singularidades, apetencias y desmesuras en torno a la mesa de los personajes más decadentes. Una cena con Calígula, con humorístico tono impasible -y una erudición malsana que incluye a Homero, Flaubert, Gautier, Huysmans, o André Pieyre de Mandiargues-, contiene los menús más extraños de la historia de la gastronomía. Junto a platos de fácil preparación, como "cabellos de ángel" o "gato en salsa de tomate", nos instruyen en la elaboración del "guiso de pata de oso panda", del "pastel de kapako de Nueva Zelanda" -loro autóctono en peligro de extinción-, de las "salchichas de marsopa" o del "perrito caliente de Manila"; recomiendan el vino húngaro Egri Bikavér, también llamado "Sangre de toro"; y exhortan -hasta con la tripa llena- al éxtasis de la gula con los postres preferidos del marqués de Sade: "nalgas de canciller" y "ombligos de dama". El muestrario es sabrosamente terrorífico, un regalo para el lector imaginativo, perverso y audaz.
Los autores de El libro de cocina decadente y el jardinero decadente han sido deslumbrados por la grotesca cantidad de dinero que les ha sido ofrecida a cambio de que vuelvan a empuñar la pluma y expongan sin tapujos su trasgresor concepto de otra de las pasiones burguesas: los viajes.