Elefantiasis es una estupenda colección de cuentos sobre un retrato cáustico de una sociedad decadente. En el ambiente siempre flota alguna reticencia residual del tiempo y de la civilización. Una verdad amarga del desencanto en donde se percibe el silencio que hay en todas las soledades. En ella desfila una serie de personajes de la calle, tributable, anonima y siempre derrotada. El espacio no es un universo, sino aquellos pocos metros cuadrados que ocupamos a lo largo de la jornada, de situaciones cotidianas, llenas de intuiciones y matices, en las que nada sucede y si algo acontece suele ser trivial e intrascendente. Circulan hombres y mujeres corrientes, mal casados o solitarios de vidas grises, sin ninguna peripecia ni expectativas, colgados de algun sueño que raramente se cumple. Hombres y mujeres de nuestros dias, confusos, erraticos, que basculan entre la angustia y la decepcion, en la vida de cuales explotan bajo un momento de luz, una ilusion, el deseo de una improbable felicidad.
Lo cotidiano, el silencio, la caricia. Gente desolada, desnuda o confusa. El desencanto de unos ojos sin mirada. El hastío de la sangre y la flaqueza de una luz. El color del pesimismo o un espacio mal ocupado; ya sea una cama, un espejo o un corazon. Una vida insulsa, un error propicio, un abrazo y un disparo. Saturno devorando a sus hijos. La manzana y la serpiente. La paradoja del vivir En definitiva, el azar de todas las cosas.Si Elefantiasis fue un libro de anunciacion y contundente llegada, La suave piel de la anaconda lo es de refuerzo vibrante e identidad. Raul Ariza ha conseguido en poco tiempo un estilo propio y reconocible, una tematica y hasta una extension propias. Lo que a muchos escritores les lleva decadas -y algunos quiza nunca conseguiremos- el lo ha logrado en dos años y con dos libros.Angel Olgoso
No hay nada como ver reflejada tu belleza en el estanque de los ojos de los demás. En los de ellos. En los míos. En los de todos. Nuestros ojos son el espejo de los bellos, de los admirables, de los que han nacido para destacar entre la mediocridad a poco que sean, estén, sonrían, hablen o escriban. De esa gente como tú, tocada por la gracia, bendecida por el amor y la fortuna. Lo tuyo no es genético. Es un don. Puro arte. Naturaleza. Un capricho divino por el que no tienes que dar cuentas, ni sentirte deudor o responsable. Es así, eres así, y los demás hemos de asumirlo y aceptarte. Sin embargo, y aunque pueda resultarte extraño, has de pensar que puede suceder que estés equivocado y que lo que veas reflejado en mis pupilas no sea tu belleza, sino tan solo la creencia de que eres bello. O también puede ocurrir que yo decida de repente, de forma para ti inexplicable, que esta sea la última vez que te miro directamente a los ojos. Si eso ocurre, tu vida se convertirá de la noche a la mañana en un melodrama en tres actos. No se me ocurre una forma más literaria, descarnada e impactante de retratar una obsesión. Pere Cervantes Escritor. Premio de las Letras del Mediterráneo 2018 Aquí no solo está el estilo preciso y desnudo al que Ariza nos tiene acostumbrados. Aquí hay algo más. Hay ambición. Luis Rodríguez Escritor
Lo cotidiano, el silencio, la caricia. Gente desolada, desnuda o confusa. El desencanto de unos ojos sin mirada. El hastío de la sangre y la flaqueza de una luz. El color del pesimismo o un espacio mal ocupado; ya sea una cama, un espejo o un corazón. Una vida insulsa, un error propicio, un abrazo y un disparo. Saturno devorando a sus hijos. La manzana y la serpiente. La paradoja del vivir… En definitiva, el azar de todas las cosas. Si Elefantiasis fue un libro de anunciación y contundente llegada, La suave piel de la anaconda lo es de refuerzo vibrante e identidad. Raúl Ariza ha conseguido en poco tiempo un estilo propio y reconocible, una temática y hasta una extensión propias. Lo que a muchos escritores les lleva décadas -y algunos quizá nunca conseguiremos- él lo ha logrado en dos años y con dos libros. (Ángel Olgoso)
Elefantiasis es una estupenda colección de cuentos sobre un retrato cáustico de una sociedad decadente. En el ambiente siempre flota alguna reticencia residual del tiempo y de la civilización. Una verdad amarga del desencanto en donde se percibe el silencio que hay en todas las soledades. En ella desfila una serie de personajes de la calle, tributable, anónima y siempre derrotada. El espacio no es un universo, sino aquellos pocos metros cuadrados que ocupamos a lo largo de la jornada, de situaciones cotidianas, llenas de intuiciones y matices, en las que nada sucede y si algo acontece suele ser trivial e intrascendente. Circulan hombres y mujeres corrientes, mal casados o solitarios de vidas grises, sin ninguna peripecia ni expectativas, colgados de algún sueño que raramente se cumple. Hombres y mujeres de nuestros días, confusos, erráticos, que basculan entre la angustia y la decepción, en la vida de cuales explotan bajo un momento de luz, una ilusión, el deseo de una improbable felicidad. Extracto del prólogo de Francisco Machuca, escritor
Por mi gran culpa quizá sea la primera y única novela narrada y protagonizada por Dios. Adán y Lidia —que en realidad se llama Eva— son una pareja que de repente ve truncada su aparente felicidad des